tienes riscos y pinares,
tienes sublimes cantares
para el Dios de los amores.
Tiene el mozo de tu suelo
silbido recio, que encierra
un feliz y gran consuelo,
hirviente sangre de guerra,
el valor propio de Sierra
y el rostro mirando al cielo.
Tienes enhiestas tus cumbres,
son altivas y gigantes
pero más son las costumbres
de tus bravos habitantes.
Tienes inquietas veletas
que mirando hacia tus montes
te indican abiertas puertas
a ti y para tus poetas
en azules horizontes.
Te tendrá por fiel cristiana
cualquier gente que a ti venga
pues lo cantan las campanas
de tu Guía y de Revenga.
Sigue así, villa querida,
con anhelos siempre vivos,
porque Dios jamás se olvida
y al fin serás de tu vida
coronada con "OLIVOS