Siempre es bueno, saludable y agradable volver a la ciudad eterna: Salamanca, una maravilla.
Un día de trabajo intenso, constructivo, de calidad y contenido. Trabajo, comida, sin pausa, así es como se aprovecha el tiempo.
A nuestro regreso una noche fría, oscura y nieve en el Huerna, un día completo.
De paso recordar a Miguel de Unamuno:
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- Del corazón en las honduras guardo
- tu alma robusta; cuando yo muera,
- guarda, dorada Salamanca mía,
- tú mi recuerdo.
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- Y cuando el sol al acostarse encienda
- el oro secular que te recama,
- con tu lenguaje, de lo eterno heraldo,
- di tú que he sido.
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